jueves, 15 de octubre de 2009

UN DEBATE QUE NO PIERDE VIGENCIA

Por: Federico Meléndez V.

En nuestros días, los enfoques relacionados a la pena de muerte a favor y en contra siguen generando enconados debates.

En nuestro país, a raíz del aumento de la delincuencia y los factores vinculantes que devienen en el homicidio en todas sus manifestaciones, el debate empieza a encontrar eco en la sociedad panameña.

Aunque han existido asomos para que el Código Penal Panameño considere esta variante, hay que destacar que al momento de redactar este ensayo, el CPP ha ignorado esta posibilidad; la pena máxima que se considera actualmente tiene un máximo de de 30 años para los casos de homicidios comprobados judicialmente.

“Las constituciones del Panamá republicano no han contemplado la pena de muerte, aunque a nivel legislativo sí se han impulsado, aunque sin éxito, varios proyectos que la promueven. La pena capital, asegura Rigoberto González, secretario del Ministerio Público, no sería factible en Panamá, porque no disminuiría la delincuencia”. (La Prensa: 9-10-09 pág. 2)

No obstante este reclamo parece aflorar en diversos sectores de la sociedad panameña tal como se expresó recientemente en el sepelio de un profesor asesinado por un presunto menor.

“La pena máxima para los asesinos del profesor Germán Gálvez pidieron sus familiares, durante su sepelio en la Espigadilla de Los Santos.” (Crítica 1-10-09)

“La madre del profesor consternada manifestaba a gritos que en la ciudad de Panamá ya no se puede vivir. En tanto, Arcelia Gálvez, hermana de Germán pidió al mandatario Ricardo Martinelli que haga un cambio para que los menores de edad paguen de verdad por los crímenes que cometen”. (Crítica Ídem)

“La pena de muerte no es descabellada, y menos cuando se trata de castigar la piratería y el terrorismo, en esos casos, el margen de error es muy bajo”, observa el abogado Raúl Molina (La Prensa, 9-10-09)

A esta visión se suma el reconocido penalista Renato Pereira, el cual incorpora los delitos de secuestro, violación, el asesinato de niños y el asesinato con fin de robo. “Quienes cometen semejantes crímenes, no merecen la vida”, subraya Pereira. (La Prensa Ídem)

Sobre la no aplicación de la pena de muerte en Panamá el doctor Manuel Zambrano, Director Ejecutivo del Programa de Seguridad Integral (PROSI) observa: “debemos darle una oportunidad a las personas de mejorar sus vidas; si bien es cierto que han cometido un homicidio siempre tenemos la oportunidad de rescatar a esas personas, hay muchas personas que han cambiado, la historia ha demostrado que a pesar de los crímenes que han cometido en su vida, después de 10 ó 15 años se han recuperado y se han convertido en pastores de la iglesia, yo creo que no podemos estar de acuerdo con la pena de muerte, siempre hay tiempo para cambiar.

En esta dirección, el licenciado Alfredo Graham R., presidente del Centro de Investigación de la Familia y la Juventud indica lo siguiente: “ Yo quiero partir de un principio, en las manos de los seres humanos no puede estar la atribución o retribución de cancelarle la vida a un ser humano, ese debe ser un principio básico.

Esa acción se la asignamos por convicción a Dios, por otro lado yo veo en la ejecución de la pena de muerte una acción desesperada de la sociedad, una forma de mostrar el fracaso de las instituciones del Estado y de aquellos organismos como el núcleo básico familiar que ha renunciado, que ha perdido su papel protagónico y finalmente puede llegar a la conclusión el resto de la sociedad que matando, quitándole la vida a un ser humano se suspende por tanto toda manifestación criminal o delictiva en el resto de los seres humanos.

En los países donde existe la pena de muerte como los Estados Unidos, por mostrarse como la cuna de la democracia y los derechos humanos, hay evidencias significativas que lejos de diluirse se han mantenido y en algunos casos ha aumentado la diversidad y variedad de delitos.

De manera, que si se trata de detener la ola delitos, en esos estados ha fracasado. Por otro lado yo siento que no nosotros no podemos enfrentar la violencia con más muerte; la pena de muerte es un acto de irracionalidad”.