LA TEORÍA DE LA SUMISIÓN A LA CONQUISTA
Por: Federico Meléndez Valdelamar
La historia descriptiva, esa que
privilegia la mayoría de los historiadores, glorifica a Vasco Núñez de Balboa
(1475-1519) atribuyéndole el rango de descubridor del mar del Sur,
descripción que despierta algunos asomos
de inquietud y malestar en aquellos panameños que se resisten a ponderar un
hecho donde prevaleció la codicia y los apetitos insaciables por el despojo del
oro y otros minerales preciosos a nuestros pueblos originarios.
Sobre Balboa, un perfecto
desconocido en la península ibérica, reposan pocos referentes de su infancia y
procedencia familiar. No obstante, pese a sus limitaciones cognitivas, Balboa,
motivado por las faenas exitosas de Cristóbal Colón, acumuló mucha experiencia
a partir de su primer viaje con Rodrigo de Bastidas en 1501.
Luego de vencer a Cémaco
y tras lograr un valioso botín, en septiembre de 1510, conforme al voto
efectuado, los españoles fundan la población de Santa María de La Antigua del
Darién. El éxito de la batalla contra el cacique, dio a Balboa prestigio
creciente sobre sus compañeros, lo que
iba en detrimento de la autoridad del Bachiller Enciso, quien se
desempeñaba como Alcalde Mayor de Nueva Andalucía.
En tierra firme, Balboa se vio
envuelto en varias escaramuzas por el poder y dominio de las tierras
descubiertas lo que devino en su decapitación en enero de 1519 “acusado de
traidor y usurpador de los territorios de la corona”.
Aún cuando a Balboa se le procura
ubicar como un personaje menos agresivo,
su agenda no dista de los
apetitos voraces de los demás conquistadores, mismos que seguían a pie
juntillas las disposiciones de la corona española la cual era el dominio,
pillaje y saqueo a costa de lo que fuera
de los nuevos territorios avistados.
“En los primeros 150 años de
conquista, 17 mil toneladas de Plata y unas 200 toneladas de Oro arribaron a
España y potenciaron el incipiente desarrollo comercial y manufacturero, que
abrió las puertas a la Revolución Industrial y al desarrollo capitalista de
Europa”, sostiene Bernardo Veksler, investigador argentino.
En menos de una década, los
españoles exploraron casi todas las islas del Caribe, especialmente Cuba,
Jamaica; Puerto Rico y La Española. En
1513 Balboa avistó el Pacífico. De 1520-30 se inició la conquista de México
y Centroamérica. Y en la siguiente, le tocó a Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia
y Chile. (Vitali, 1998). “Un siglo después de la llegada de Cristóbal
Colón al mar Caribe, de los más de 70 millones de indígenas, sólo quedaban tres
millones y medio”.
A sabiendas de esta radiografía,
que marcó un antes y un después en la historia de la América mestiza, en Panamá
los “teóricos de la sumisión al invasor”
destacan al conquistador Balboa en Avenidas, estatuas y monedas, ignorando las
luchas legitimas de Cémaco, Bayano y Kibian que en su instinto natural ubicaron
con pertinencia los objetivos de dominación que animaba a los conquistadores
europeos. Seria honorable ponderar y reconocer en la fecha de celebración de los
500 años de este encontronazo de dos culturas el coraje de nuestros pueblos
originarios por la defensa de su
dignidad.