miércoles, 2 de febrero de 2011

CRISIS DEL AGUA ES UNA CRISIS DE GOBERNABILIDAD

Sobre la crisis del agua en Panamá se han elaborado muchos artículos en su mayoría muy orientadores desde el punto de vista técnico por lo que no vamos a volver a repetirlos para adentrarnos en otros puntos vinculantes que no podemos descuidar.
A manera de referente general, La ONU calcula que para el año 2025 unos 1.800 millones de personas vivirán en regiones afectadas por una escasez absoluta de agua que se deberá, entre otras causas, al crecimiento demográfico, la contaminación y las manipulaciones del territorio.
Lo peor del asunto es que los pronósticos para el futuro no son nada halagadores; el planeta posee agua constante pero sufre de estrés hídrico, “el consenso sobre el particular sugiere que pesa más la mala gestión sobre el recurso que la propia escasez como tal”.
Panamá no escapa a esta percepción; en el pretérito cercano los panameños acostumbrados a derrochar el agua (se vanagloriaban de tener la mejor del mundo), vivieron una pesadilla en la ciudad capital (un millón y medio de habitantes) que inició el 8 de diciembre de 2010 cuando las lluvias provocadas por el Fenómeno de la Niña dejaron serias inundaciones y provocaron también que el lago Alajuela, que abastece de agua a la planta Potabilizadora de Chilibre, registrara históricos grados de turbiedad (achocolatada) lo que puso en evidencia la incapacidad de la institución para poderla tratar adecuadamente el vital líquido.
El hecho ocurrido dio inicio a un caudal de especulaciones algunas de las cuales se validaron recientemente cuando una auditoria encomendada al ingeniero colombiano Jorge Arboleda Valencia en 2009( La Estrella 2-2-2011) encontró más de un centenar de fallas en la que se advertía la actual crisis la cual tiene su génesis en la administración “ de la mandataria Mireya Moscoso cuando se decide licitar la ampliación de la planta Potabilizadora de Chilibre, por 48 millones de dólares la cual ganó la empresa británica Biwater, cuyo contrato se concretó en julio de 2003”.
Según se desprende de la auditoría, la empresa que construyó la nueva planta y rehabilitó la vieja dejó más de 112 reparaciones sin terminar e incumplió otros trabajos y suministros.

En la ciudad capital las incertidumbres de la población no han perdido vigencia por lo que pueda pasar en abril próximo cuando las lluvias estén de regreso; por lo pronto, los comerciantes y vendedores de agua embotellada están felices por el incremento en las ventas del vital líquido, negocio al que ya las autoridades de salud le tienen el ojo puesto por la desfachatez de algunas empresas en no cumplir con las normas sanitarias requeridas.

Si no se resuelve este problema con una visión de agenda de Estado, la ciudad de Panamá pudiese estar orillando a un escenario de “estrés hídrico” de impredecibles consecuencias. Este fenómeno sucede cuando la demanda de agua es más grande que la cantidad disponible durante un periodo determinado de tiempo o cuando su uso se ve restringido por la baja calidad.