jueves, 14 de octubre de 2010

El paradigma de los derechos humanos en la justicia panameña

Federico Meléndez V. ( publicado en www.nodo50.org/caminoalternativo 5 al 11 de abril de 2004)
Recientemente, el grupo de reflexión del Partido Revolucionario Democrático invitó al reconocido abogado panameño Santander Tristán Donoso para que disertara ante miembros de este colectivo sobre el nuevo paradigma de la justicia panameña, enfoque que pretende darle una perspectiva humana a la administración de este importante bastión de la democracia.
El examen de Tristán Donoso nos pareció pertinente en cuanto trata de situar en su justa dimensión el rol de lo que debe ser la administración de la justicia en Panamá, muy cuestionada en la última década por lo que muchos han coincidido en caracterizar como la institucionalización del terrorismo jurídico, la deliberada presencia de la mora judicial y la dependencia de las corporaciones de justicia del Órgano Ejecutivo, independientemente de quien esté en la Presidencia de la República.
El enfoque de Tristán Donoso, fundamentado en lo que él llama el “paradigma de los derechos humanos”, no es un anhelo aislado ni casual, pues el mismo responde a una corriente nueva que viene predicando un cambio de conducta en la administración de los estados nacionales, basada en una visión emergente que busca darle un rostro humano a la justicia, a la economía, a la política y a la educación.
Los problemas del mundo de hoy no son problemas que atañen al desarrollo científico y tecnológico exclusivamente; se trata problemas de significado humano, de interpretar en su justa dimensión la realidad cotidiana, la lucha por la búsqueda de una conciencia alejada de los excesos. La lucha contra las intolerancias y el irrespeto a la diversidad no es una tarea fácil, pero tampoco imposible.
El cambio de conducta puede demorar años ó siglos, pero hay que empezar por algo. El pensamiento newtoniano-cartesiano –por citar un ejemplo- dominó el mundo por casi 300 años, y todavía permanecen en nuestros días secuelas de esa visión que nació en el siglo XVII y que sigue enquistada en la economía, las ciencias, la política, la cultura, el arte y la educación. El mecanicismo fragmentado y reduccionista de esta visión, que encontró en Francis Bacon, René Descartes e Isaac Newton a sus máximos expositores, redujo al ser humano a una máquina carente de sensibilidad humana y a la naturaleza a un objeto inmóvil.
“Este desencantamiento del mundo generó una conciencia científica alienada, fragmentada y, aunque parezca raro, una inmensa violencia en el espíritu humano”, señala Ramón Gallegos Nava, filósofo mexicano que apuesta por una visión holista del planeta.
Gallegos Navas sostiene que “la visión mecanicista del mundo tuvo bastante éxito en el campo del desarrollo material y tecnológico, pero llevó a la miseria el espíritu humano”.
La aparición de la física cuántica puso en evidencia las debilidades de la física tradicional de Descartes y Newton, pero, al igual que su antecesora, ignoró también que el ser humano es un sujeto y no un objeto mecánico.
La visión partidista y clientelista de los partidos esquiva estos debates globales, pero es importante destacar que actualmente nos encontramos en un proceso de transición que va desde la ciencia mecanicista de los siglos XVII al XX hasta la nueva visión iniciada con la física cuántica y que continua hoy en día con desarrollos tales como el modelo holográfico del cerebro de Karl H. Priban, la teoría del caos de IIya Prigogine, la resonancia mórfica de Rupert Sheldrake, la hipótesis Gaia de James Lovelock, el orden implicado de David Bohm, la economía ecológica de Hezel Henderson y la medicina holista de Larry Dossey.
Con la nueva visión, todo sugiere que el próximo paso evolutivo será hacia adentro de nosotros mismos, será interior, posibilitando el despliegue de nuestro potencial humano. Todo apunta hacia una vida más integral, teniendo en cuenta que somos parte de una totalidad y que como parte de ese todo no podemos seguir actuando fragmentadamente, ni mucho menos sin sensibilidad humana.