viernes, 4 de mayo de 2012

DESDE DURKHEIM A OPPENHIEMER Por: Federico Meléndez Valdelamar Desde Emile Durkheim, pasando por la teoría del capital humano hasta las desafiantes reflexiones de Andrés Oppenhiemer, la educación ha estado siempre en la agenda de discusión de grandes pensadores; lo valioso de los aportes es que si bien cada uno tiene su visión particular de analizar los fenómenos sociales y políticos, existe el consenso de que el logro de una educación de calidad es la única vía que puede llevar a los llamados países del tercer mundo a salir del atolladero en que se encuentran. Durkheim(1) es sin duda el sociólogo clave en la constitución de la sociología de la educación como un campo autónomo de análisis social. Para Durkheim “el objeto de la sociología de la educación lo constituye el sistema educativo. En segundo lugar la educación no provoca un proceso de desarrollo natural, sino de creación, de producción. Esa creación no puede ser natural, sino que es social y, por tanto, inarmónica. La práctica educativa humaniza, crea a las personas. La práctica educativa no consiste en un proceso de extracción como plantea Kant, quien en esto sigue la tradición mayéutica de Sócrates. Para sacar o extraer algo del alumno es preciso suponer que ese algo preexiste en él desde su nacimiento, algo que tuviera que hacer aflorar el proceso educativo”. Tres aspectos de la sociología de Durkheim fueron decisivos para el desarrollo de la sociología funcionalista de la educación. Primero desarrolló la tesis histórica de que las transformaciones en los sistemas educativos eran la consecuencia causal de cambios económicos y sociales externos en la sociedad considerada globalmente. En segundo lugar afirmó que las características específicas de las estructuras educativas y sus contenidos culturales guardaban una fuerte relación con las necesidades de la sociedad. En tercer lugar, como consecuencia de la transición de una sociedad mecánica a otra orgánica, se hace precisa una mayor individualización y esto se refleja en los cambios en la pedagogía y en la organización escolar. Tras la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos y la URSS entraron en lo que se denominó la guerra fría, guerra no solo política, sino también ideológica. Ambos países trataron de encontrar sistemas de educación que produjeran los científicos necesarios como para ser el primer país a escala mundial. Estados Unidos vivía bajo el síndrome de lo que dio en llamarse efecto Sputnik, derivado del adelanto soviético en la carrera espacial. Esta preocupación por los recursos humanos marcó de modo profundo la teoría funcionalista sobre la educación en los años 50. La hipótesis central de la teoría del capital humano es la de la productividad de la educación, demostrada por la rentabilidad de invertir en ella, tanto para las colectividades como para los individuos. El método más utilizado para demostrarla es el cálculo de los rendimientos privados o directos de las inversiones en educación, mediante la determinación de las diferencias de ingresos en el conjunto de la vida activa de individuos con distintos niveles de educación. Andrés Oppenhiemer(2) por su parte subraya que la inversión en educación es la mejor arma para el desarrollo de los pueblos y de combate a la pobreza. Oppenheimer, observa que los países que han logrado mayor desarrollo lo han hecho porque hacen mayor inversión en Educación y no viven tan obsesionados con el pasado. Sobre esto último, el autor de “Basta de Historias”, sostiene que la mayoría de los países latinoamericanos siguen con esa ceguera periférica que no les permite hacer reformas en materia de educación, y peor aún, siguen obsesionados con el pasado y lo local, sin reconocer que en los diferentes Rankins y exámenes internacionales, los programas educativos y alumnos latinoamericanos ocupan los puestos más alejados de lo óptimo. Según el informe “Perspectivas Económicas Globales 2012” del Banco Mundial, la tasa de crecimiento de Panamá será la más alta de Latinoamérica este año, seguida por la de Uruguay, de 5.7 por ciento, y la Chile, del 5 por ciento, indicadores que llaman la atención de Oppenhimer, sin embargo, no oculta su preocupación por la no participación de Panamá en las pruebas internacionales PISA de estudiantes de 15 años, que le da a los países un diagnóstico comparativo de su situación educativa. Lo rescatable de la educación panameña es la visión constructivista a que se apela en la actualidad y la transición paulatina hacia una cultura de autoevaluación en los centros de enseñanza superior, toca esperar los resultados cualitativos de este gran paso. Fundamento bibliográfico Federico Meléndez Valdelamar, periodista, post grado en docencia superior, autor del libro: PERIODISMO DE OPINIÓN 1998, ha representado Panamá en diversos congresos y seminarios por América Latina, relator de UICN en el cuarto foro mundial del agua en México (2006) en la actualidad es el director de la Oficina de Educación Continua en ISAE Universidad. Durkheim, Emile. Citado por Rafael Feito en Teorías Sociológicas de la Educación. Oppenhiemer, Andrés. Basta de historias. 2010