DARWINISMO SOCIAL Y
EDUCACIÓN POR COMPETENCIAS
Por: Federico Meléndez Valdelamar
Desde 1979, año en que se defenestró el intentó de abrazar
una nueva visión de la educación en Panamá, los gobiernos posteriores no han
podido orillar a un consenso que permita adecuar la educación panameña a las
exigencias de los actuales momentos donde ingenuamente se favorece la migración
obligada de los docentes y discentes hacia la llamada tecnología de punta.
Para coronar estas ansiedades, se privilegia un equivocado
esfuerzo por liquidar del pensum académico materias vitales como historia y
filosofía, asignaturas de fundamental importancia en la formación cognitiva de
hombres y mujeres. Estos asomos no son
casuales, responden a lineamientos bien pensados y elaborados, los cuales
emergen de círculos cerrados donde la prioridad de pensar solo debe ser de un
grupo privilegiado.
Esta
distorsión, ha permitido la bifurcación de cuatro tipos de educación en Panamá,
donde en términos aparentes la opción particular sale mejor librada. Esto no
significa que no forme parte esencial de los referentes ideológicos del Estado. En este sentido, si la educación
quiere hacer algo por contribuir a eliminar o, al menos, reducir esos peligros,
debe alejarse por completo de los
procesos que, inducidos por el capital globalizado, la empujan con mucha fuerza
a su servicio y sumisión.
La
utilización de los insumos conceptuales de las universidades, lejos de ser el
resultado de su
propio quehacer y de su acumulación de experiencias, se inclinan, en grado
creciente, por los que proveen las
grandes empresas industriales, financieras y comerciales que pretenden ser las
dueñas absolutas del mundo en que vivimos.
El ejemplo más notorio es el
concepto de “las famosas competencias” insumo adoptado en nuestros escenarios
áulicos sin una discusión profunda sobre lo que merodea detrás. Aunque no se quiera percibir la realidad de la competitividad, ésta
conduce al darwinismo social, no sólo en el ámbito económico, político y
social, sino también en la misma educación. No en vano, a ella se le presenta
como el instrumento esencial para la supervivencia de cada individuo y la de
cada país.
Por esta
razón, la educación tiende a transformarse en un espacio en el que cada uno
vela por sí mismo; desea tener más éxito que los demás y ocupar el lugar de los
demás, lo que se traduce en una cultura de guerra, que niega la convivencia con
las restantes personas y coloca el interés particular antes que el general.
Así, el sistema educativo "llega a privilegiar la función de selección de
los mejores, en vez de la función de valorización de las capacidades
específicas de todos los alumnos."
Con
relación a este tema, el boletín RIATA, Julio 2013, advierte: “la educación por
competencias nos invita a construir un tipo de mundo globalizado que nos remite
al mundo feliz de Aldous Huxley, pero que en contraste con esta obra, que
sostiene que los seres humanos serán condicionados desde la genética, ahora nos
plantea que la desigualdad y la estratificación social es una consecuencia
natural derivada de la existencia o ausencia de capacidades que tengan las
personas para cumplir los estándares establecidos y no es una construcción
social derivada de las relaciones de poder”.
La
política dominante actual, incluyendo lo relativo al ambiente y al clima,
siendo de corte netamente neoliberal, está dirigida a la competitividad y a
mantener y fortalecer el poder de gobiernos, empresas y sociedades del Primer
Mundo. Hoy no solo se promueve el modo de vida de Occidente como algo atrayente,
sino que se equipara bienestar y seguridad social con crecimiento económico, lo
que supone crecimiento de la producción de automóviles, aeropuertos,
agricultura industrial, etcétera, con base en el uso intensivo de los recursos.
La
ausencia de un debate a fondo y sin prejuicios, facilita la presencia de un
discurso fragmentado, esquivo y contestatario tanto de los docentes como de las autoridades del Ministerio de
Educación, mismos que se anquilosan en poses arrogantes y ausentes de
consistencia, para afrontar un tema que amerita ser examinado con una visión de
estado.
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